miércoles, 14 de marzo de 2018

ME HE HECHO JUEZ

Acabo de proclamarme Juez del Tribunal Supremo y he decidido condenar a muerte a cualquier maleante, ladrón, violador o asesino que vea en la tele. ¿Por qué? Pues porque como la justicia no funciona bien en la Tierra (al menos en mi país, España), y cuando funciona lo hace mucho más despacio de lo que a mí me gustaría, lo mejor es que me tome la justicia por mi mano. Así que cuando veo que alguien hace algo incorrecto según mi criterio, decido que es culpable y le impongo mentalmente la pena que mejor me parece en función de mi sabiduría innata. ¿Y si me equivoco? Ah no, eso no puede ocurrir. Yo no me equivoco nunca.

Esta loca introducción que parece un monólogo de barra de bar se asemeja a lo que hacemos  muchos de nosotros todos los días. ¿Quién no ha dicho alguna vez: "yo a ese lo cogía y..."
Uno decide que acaba de aprender Derecho en diez minutos y que, aun careciendo de pruebas, puede soslayar el derecho a la legítima defensa de un presunto culpable y sueña para él la sentencia que le venga en gana. Y todo ello en función de un reportaje de cinco minutos en tal o cual cadena de la caja tonta.


Tal vez fui juez en una vida anterior pero ya no lo soy. Estudié Periodismo, no Derecho ni una oposición. Desconozco cómo funciona el sistema penal, cómo se demuestra la inocencia o culpabilidad de alguien y cuáles son los atenuantes o los agravantes en un delito. No sé los motivos por los que alguien causa daño grave a otro, pero seguro que tiene razones que yo no alcanzo a ver.
Así que en los casos más graves y sonados, aunque cada delito es condenable sin duda alguna, confío en la justicia de la Tierra, pero aún más en la JUSTICIA DEL CIELO.

Soy creyente, quiero decir que creo ciegamente que una Fuente Creadora nos hizo a todos desde una energía de Amor y que su objetivo es que todos y cada uno de nosotros atravesemos experiencias diferentes hasta volver a ser Amor puro, como al principio. Así la Fuente Creadora evoluciona eternamente. Por este motivo, si hay una energía amorosa e inteligente que ama a todos y cada uno de sus hijos, confío en que hay un plan divino que conoce todo lo que sucede. Creo que yo no debo juzgar lo que ocurre en mi pequeño país en un día cualquiera del mes de marzo por doloroso que resulte. Sin embargo, precisamente en nombre del Amor, sí exijo justicia, penas proporcionadas a los delitos cometidos, abogados, jueces y fiscales realmente formados, pruebas irrefutables en cada acusación... No hacer un juicio a la ligera no me impide salir a la calle a gritar que la Ley está para algo y que su función es proteger a los ciudadanos. No comprar un arma y disparar al primero que pasa por la calle es una cosa, pero quedarse callado sin pedir justicia es otra, y entre ambas hay un abismo.

Luchar por la Justicia es una obligación moral de todos los que nos llamamos "trabajadores de la Luz" o "guerreros de Luz". Hacer lo posible porque esto funcione desde el amor es nuestra misión, pero lograr este objetivo con violencia o actos ilegales o ilegítimos, ¿sería correcto? Y si algo legal es inmoral e ilegítimo, nos corresponde a todos luchar por cambiarlo.

Renuncio a juzgar delitos desde el salón de mi casa o desde el bar, pero lucho cada día por una justicia justa (valga la redundancia), equitativa, proporcionada, humana... La Justicia del Cielo la llevan otras entidades más elevadas que pueden ver el corazón humano, que comprenden de dónde nacen nuestros actos, que tienen anotadas nuestras experiencias pasadas, nuestros traumas, nuestros pactos y votos kármicos. Creo que ahí arriba saben más de leyes que yo. Creo que conocen el viaje de cada Alma, no solo la vida presente, y que por eso suceden cosas que nosotros desde la Tierra no entendemos. Confio en que todo lo que ocurre tiene como objetivo nuestro perfeccionamiento espiritual y que el dolor, el delito, el sufrimiento de uno solo de nuestros iguales pertenece a un plan de almas amplio, elevado y desconocido pero acorde a un objetivo: perfeccionarse en Amor.

Con estas creencias, equivocadas o no, decido no poner condenas a tal o cual persona, pero hacer lo posible para que la ley humana se cumpla con toda su fuerza. Deseo que la justicia, una vez probada la culpabilidad de alguien, sea implacable y sirva para evitar nuevos crímenes. Pero me niego a ser yo quien juzgue a otro ser humano, pues yo no soy juez. 

El caso de Gabriel me ha enternecido más que otros por diferentes motivos, y deseo que su asesinato nos ayude a colocarnos en verdad y en cordura. 
Juicio justo,  implacable justicia sí, pero condena ciudadana, no. 
Sentencias televisivas, no. Reportajes morbosos, no. 
El Periodismo es una digna profesión cuyo deber es ayudar a las sociedades a mejorar, y no a aumentar el odio... Tal vez debería existir en esa carrera la rama "Periodismo de Luz".


Por el pescaíto Gabriel y por todas las personas que sufren tremendas injusticias:
Padre, tú que lo sabes todo, confío es tu criterio celestial 
para cada delito que cometemos los hombres.


 


3 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo. Seguir el ejemplo que nos dan los padres, respetar su dolor, no utilizarlo con fines políticos ni como portada principal, para mejores resultados...
    Nada ocurre por azar,no sabemos,cual es la razón. Pero, al igual que tú, creo que ahí arriba
    SABEN. Hágase pues, Su voluntad, aunque aqui, en la tierra, no la entendamos....

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  2. Totalmente de acuerdo contigo. Seguir el ejemplo que nos dan los padres, respetar su dolor, no utilizarlo con fines políticos ni como portada principal, para mejores resultados...
    Nada ocurre por azar,no sabemos,cual es la razón. Pero, al igual que tú, creo que ahí arriba
    SABEN. Hágase pues, Su voluntad, aunque aqui, en la tierra, no la entendamos....

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  3. Totalmente de acuerdo contigo. Además de "Periodismo de Luz", . También debería existir una rama de " Justicia de Luz" . Un abrazo

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